La reserva del amplio territorio de Guayedra fuera del dominio de la corona
de Castilla y Aragón, fue objeto de uno de los pactos para la anexión de Gran
Canaria acordados entre los Reyes Católicos y el régulo canario Tenesor
Semidán, bautizado Fernando Guanarteme -el bautismo era necesario en
aquellos tiempos para adquirir personalidad jurídica y capacidad para pactar-, en
los Alcázares reales de Córdoba a principios de 1483, acuerdos que hubo de
aceptar el dinasta canario para evitar la aniquilación o la esclavitud de su pueblo
que por una indiscutible desigualdad de armas, medios y efectivos militares -que
mermaban sin remedio entre en la parte indígena mientras se renovaban y se
incrementaban en el bando castellano- no podía ganar la cruenta guerra para el
total dominio de la isla iniciada en 1478.
Cumpliendo con lo acordado en Córdoba el Gobernador Pedro de Vera
dio a Fernando Guanarteme el 19 de octubre de 1483 el documento que acredita
a Guayedra como termino redondo y, por tanto, con jurisdicción propia y así se
prueba con la certificación del escribano público Juan de Ariñez suscrita el 27 de
febrero de 1543 cuyo documento original se custodia en el archivo del Marquez
de Acialcázar y del que se ha obtenido copia con testimonio notarial.
Los propios Reyes Católicos en cedula de 21 de septiembre de 1491 dada
en Córdoba dirigida al Gobernador Francisco Maldonado reconocen que ocho
años atrás habrán pactado con Fernando Guanarteme la permanencia en su
dominio y jurisdicción del amplio territorio de Guayedra donde podía habitar con
cuarenta familiares, como alusión a grupos familiares, no a individuos, como lo
ha razonado y sostiene el historiador M. Lobo Cabrera, entre otros.
Su estancia en Guayedra duró entre 1483 y 1492, puesto que en este
último año se trasladó a la isla de La Palma junto con los castellanos para
convencer a los líderes indígenas benahoritas de la inutilidad de la guerra con
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las poderosas fuerzas expedicionarias que constantemente renovaba Castilla, y
lo mismo hizo en 1494 con Los Menceyes de Tenerife convenciendo a la mayoría
de la necesidad de pactar para evitar el exterminio o la esclavitud de los
guanches .
Tras la muerte de Fernando Guanarteme en 1496 en La Laguna, Tenerife,
pobre y necesitado -y según algunas crónicas, envenenado por los castellanos
en vísperas de su cuarto viaje a la corte a donde pretendía trasladarse para
abogar como siempre por los derechos de los indígenas frente a los abusos del
Adelantado Alonso Fernández de Lugo- su yerno Miguel Trejo Carvajal, casado
con su hija Guayarmina, bautizada Margarita, en connivencia con las autoridades
coloniales, y utilizando argumentos contradictorios, consiguió documentar en
territorio de Guayedra, resto del estado indígena, como una propiedad privada,
por supuesta donación en concepto de dote de su suegro, privatización
fraudulenta que motivó frecuentes conflictos con los indígenas. Aun así, en los
siglos siguientes, la justicia siguió reconociendo a Guayedra como término
redondo con jurisdicción propia e independiente.
En palabras del historiador británico Felipe Fernández Armesto, “Los
monarcas habían dado permiso a D. Fernando para que tomara a cuarenta
miembros de su tribu "parientes suyos” bajo su protección y les gobernara como
una especie de enclave aparte del resto de la sociedad colonial. Sin embargo, la
administración resintió su estatus especial y en 1491 afirmó que su número se
había elevado ilegalmente a 150. Sus destinos no son conocidos, pero mientras
sobrevivieron constituyeron una anomalía intrigante, y sus métodos de gobierno
fueron un curioso resto de las instituciones indígenas del período colonial”
(Fernández Arnesto, F. 1977. “Las Islas Canarias después de la Conquista”. Las
Palmas de Gran Canaria. Editado por El Cabildo Insular de Gran Canaria P. 202).
La configuración registral actual en su conjunto de Guayedra
prácticamente es la misma que la descrita en el deslinde del Gobernador Lope
de Sosa de 11 de octubre de 1512, abarcando el amplio territorio que partiendo
desde la playa de las Nieves, bordea el Roque Antigafo, sube por el antiguo
camino del arrastradero hacia el Lomo del Manco, hasta la montaña de
Tamadaba por donde discurre hasta detrás de El Risco y desciende desde allí
hasta reencontrarse con el mar de las proximidades de la playa de El Risco.
Tiene pues aproximadamente ocho kilómetros de línea litoral.
En Guayedra, ultimo territorio que habitaron los canarios libres en armonía
con la naturaleza, todavía resuena por sus montañas, playas y barrancos el eco
de sus lejanas voces y mora el espíritu de nuestros valerosos antepasados.
GLORIA ETERNA A SU MEMORIA.
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